Mi abuelo era el iaio Antoniu. Ni Antonio, ni Antoni: Antoniu. El sr
Antoniu Dotú.
Dicen mis tíos, que mi abuelo después de la guerra se las apañaba como
fuera para poder trabajar.
Como más de uno, supongo, no dudaba en arremangarse y buscar maneras
inimaginables de salir adelante, y viendo que la situación era complicada
en Barcelona, cogió un día la maleta y se marchó a Inglaterra.
Eran los 50 y mi abuelo que ni entendía ni hablaba inglés, más allá del
"good morning", volvió al cabo de unos meses habiendo trabajado en una
fábrica de fibra de vidrio. Así, habiendo aprendido a manipular el
material, él y su socio, un tal Sr. Comella, montaron una empresa llamada
Manuplastics en un sótano del barrio del Carmel. Hacían maniquíes y
escaparates, y llegaron a tener hasta 6 trabajadores.
Dice la leyenda que un día, un cliente le pidió que le hiciera un asiento
para un coche de carreras de la época. Mis tíos no lo recuerdan. Dicen que
más bien debía de ser un tractor.
Después de este encargo, mi abuelo decidió que haría más asientos y los
convertiría en sillas. Yo he crecido viendo estas sillas en casa de mis
abuelos. Ahora yo tengo una, la roja. Y tanto si es cierto cómo si no, me
gusta pensar que es el prototipo de un asiento de coche de carreras de los
años 50. Es una gran historia para una silla!
Es la silla más guapa del mundo y ahora se convertirá en un Infinitloop. Le
pondré una etiqueta porque su historia vale la pena ser explicada, y para
que si cambia de manos, pueda continuar acumulando aventuras y explicando
que fue hecha a mano por el iaio Antoniu alrededor del año 57.